Ando con la cabeza rodando, licuadas las ideas, tantas cosas sintiendo que no logro desmadejar las imágenes. Es el tránsito hacia la nueva estación, es el cuerpo que vibra y no me deja energía para traducir.
Mi fuerte conexión con la naturaleza me hace Agosto la piel y me siento sembrada por dentro, a punto de florecer.
Mientras tanto, mi implacable razón, siempre sentada al otro lado de la mesa, me mira y se sonríe, tan soberbia ella; siempre creyendo que basta con entender. Y no. Y que no. Y que la sigo invitando a ser tres: pensar, sentir y hacer. Así debe ser.
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