viernes, 30 de abril de 2010

Roma

Cuando cayó en mis manos por primera vez, hace muchos años y de pura "causalidad" un libro sobre Filosofía y Medicina China, de pronto, se abrió todo un nuevo panorama frente a mí.

Mis ideas sobre la vida y todos sus avatares, que hasta entonces no habían hallado asidero "científico ó histórico" en ninguna parte, de pronto empezaban a entrelazarse de manera organizada y lógica dentro de mi cabeza e iban a cambiar para siempre el rumbo de mi vida. Mucho más aún cuando comencé a poner en práctica algunos de los principios que descubrí, ya que iban en un todo de acuerdo con mi modo de sentir. Por ejemplo en lo que refiere a la alimentación. Pero ese será tema para otro día. El que me ocupa hoy es el "uso del propio criterio".

George Osawa, quien fue uno de los más dedicados difusores de la Salud Holística durante los años 60 (porque esto de la Macrobiótica y la "vuelta a lo natural" no es ningún descubrimiento moderno), hace hincapié una y otra y otra vez en que si un@ fomenta, alimenta y ejercita correctamente el cuerpo, éste, naturalmente obrará de la manera correcta.

No soy una fanática, de hecho sé, porque lo he comprobado en la práctica, que muchas de las cosas que se proponen desde una filosofía oriental, milenaria y tan distante a nuestra realidad, son casi imposibles de sostener, pero ese no es el punto. Por ahí ya pasé. Lo interesante es que... todos los caminos conducen a Roma.

Claro... cada uno elegirá el que más le guste, y aprehenderá lo que pueda.
Y así pasa con todo. Por eso está bueno lo de "confiar en el propio criterio".
Y seguir andando.

jueves, 29 de abril de 2010

Domesticándome

Contrariamente a lo que se pueda pensar, esta semana he escrito quizá más de lo que escribí en muchos años, pero nada de eso vino a parar al Blog, así que no se han enterado.

Por las noches, cuando apago la PC y me voy a la cama con mis botellitas de agua, mis gatos y mis hebras de pensamientos flotando, enmarañadas, aun buceando en los fondos de las Leyes del Universo y en mi propio fondo; me pregunto cómo haré para ordenar otra vez las piezas desbaratadas, esas que ya no me encajan en ninguna parte. Y si siempre será así. Pero la segunda pregunta es casi absurdo que me la haga. El tratar de comprender está en mi naturaleza, no hay devolución.

Voy tratando de hacer silencio en torno a mí para dejar que vuelvan las palabras correctas, las que me hacen falta. Mientras tanto dejo correr el carrete otra vez. Esta semana he rescatado varias imágenes enterradas en el subconsciente que pueden ser de gran valor como punta del ovillo.

Mientras tanto me domestico.

domingo, 25 de abril de 2010

viernes, 23 de abril de 2010

Período de Adaptación

Comienza a hacer frío otra vez. Se completa otro círculo.

A mí no me gusta la época invernal, lo dije alguna vez?. Me deprime, me paraliza, me quita brillo, lucidez.
No sé, hay algo que no me permite disfrutar de estas estaciones por lo menos aquí, en esta ciudad en donde vivo; realmente las padezco. Y mi cuerpo, que es de libro, produce todo tipo de reacciones adversas a la adaptación; todas ellas extrañas, indefinidas e indescriptibles, pero lo suficientemente molestas y notorias como para no poder pasarlas por alto durante un buen período, aunque finalmente siempre terminen cediendo.

Me siento bastante frustrada por no poder concretar mi deseo de expulsar fuera de mí a algunos fantasmas que aún me persiguen y que, muchas veces se han dormido al arrullo de mis teclas. Ni siquiera tengo letra para presentarles pelea, ni puedo nombrarlos por miedo a que se me aparezcan y yo vuelva a constatar, una vez más, que son sólo fantasmas.
Siento el frío en los pies, aca sentada, y decido que ya no me quedo quieta ni un segundo más.

No. No me gusta el invierno, y tal vez sea porque a veces puedo ser más rigurosa que él, más fría, más despiadada y.. ¿a quién le puede gustar verse tal cual es en realidad? . Pero la mayoría del tiempo esto no representa un problema para nadie; salvo para mí.

martes, 20 de abril de 2010

Anécdota antropológica

Cualquier calamidad puede sobrevenir en un segundo cuando todo parece estar a punto de salir de maravillas! Y les puedo asegurar que un@ nunca está lo suficientemente preparad@ para el impacto de la sorpresa.

Me pasó que, estando de vacaciones, una noche decidí cocinar una suculenta tortilla de papas, Que por cierto me suele salir muy bien, pero me lleva muchísimo trabajo por la manera en que la preparo. (de paso, para l@s que dicen que siempre les sale mal... tomen nota!!!):

Pelé, lavé y corté 2 kg de papas en capas finitas como para hacer papas fritas de esas de paquetes, pero de un tamaño de una moneda de 25.
Piqué cebollas comunes y de verdeo muy finitas, piqué ajos y perejil frescos y había comprado unos preciosos huevos caseros para unir la jugosa preparación de la que ya me estaba relamiendo mientras la generaba, de sólo ir oliendo los ingredientes.

Mi método es ir fritando las papas y reservarlas para luego fritar las cebollas y mezclar toda preparación junto al agregado de ajo y el perejil y los condimentos (no más que sal y pimienta negra molida) y mantenerla bien chirla para que la tortilla salga babé.

La cosa es que después de pasarme un par de horas abocada a la tarea y con todo "casi" listo para ir a la sarten, justo en el instante en que puse el trasto sobre el fuego de modo que tomara la temperatura ideal para que el huevo no se pegara, (fundamental si quieren que les salga bien!!!), decidí que mejor le agregaría un huevito más para que me quedase bien babé y cometí la insensatez de romperlo directamente dentro del mejunje.

Sin palabras.
Sí... el precioso huevito de granja estaba RREEEEE podrido!!!. Y así fue como en una milésima de segundo, frente a una situación, para mí de lo más común, hice algo y sucedió algo inesperado al unísono y resultó en que ya no era importante si se desarmaba o no la tortilla....: todo olía a huevo podrido. Y después de que se me pasó la bronca, el llanto, la tristeza, fui a comprar comida hecha y sólo me quedé con esto...

Hay que empezar de nuevo. Siempre. E intentar disfrutar de la nueva experiencia, que seguro será distinta, porque eso de que "aprendimos"... ¡nada!. La vida es sólo un juego. Lo que se aprende hoy, se olvida mañana.
Hay días en que nos sale bien y días en que es una cagada.

lunes, 19 de abril de 2010

Hacer y decir

Y sí, de escribir sobre "eso", de eso iba la tarde. Claro. Llovía y era domingo. Ideal.
Pero nada. Nada. Ni una languidapalabra.
Igual se va a buscar, siempre, hasta donde se quiere y siempre algo se encuentra.
Supongo que esta temporada de invierno vendrá fuerte, con bastante necesidad de abrigo, comidas caseras y preparadas con cariño. Habrá que aprovechar para juntarse en las casas y amasar, a probar un buen tinto, a escuchar el último disco que descubrimos o a mostrarnos fotos viejas, de papel, y regalarnos esas palmeritas que nos matan de amor y después lloramos toda la semana.
Y también propongo decirle al analista cómo se siente saberse dueñ@ de la propia vida por primera vez....,( esto, al menos en mi caso, influye bastante en el panorama).
Pero, por ahora, voy a empezar la semana como un pan crujiente, por la punta, despacito... a ver qué sabor tiene... vamos de a poco, que ya bastante vertiginoso es todo.
Solo veamos qué nos depara el día de hoy...

martes, 13 de abril de 2010

Templando

Hoy no fui a trabajar. No me sentía bien. Salí solo por la mañana para no faltar a mi sesión de terapia. Eso no se cancela. Nunca.

Y para colmo, fue un día que le hizo todos los honores al otoño, lluvia incluída, pero yo no estoy melancólolica; yo estoy tranquila. Ya cae la noche y Anita Prada me canta bajito, para que me vaya olvidando del resto de dolor de cabeza que me acompañó todo el día. Parece que su canto surte efecto, mientras afuera sigue lloviendo como acompañamiento celestial.

Yo me encuentro otra vez escuchándolo todo con aquella atenta agudeza de la infancia, desmenuzando acordes a la velocidad de la luz en mi cabeza para encontrar notas sobre las cuerdas. Una sensación olvidada... tan placentera...tan mía.
Claro que los dedos aún no responden como es debido.., están como tímidos. Les falta confianza, bueno, en una palabra: "Ejercicio".

Pero mi guitarra no tiene apuro, me esperó por tanto tiempo, que creo que por ahora es feliz sólo de sentirse afinada, acariciada otra vez.

Y mis manos... son mucho más veloces de lo que pudiera desear, así que no voy a andar llorando sobre la leche derramada y el tiempo perdido. Más bien me vivo el que vivo y desde ya, empiezo a celebrar haber recuperado también mi sentimiento por tocar mi instrumento sin tanto preámbulo y poniéndome a ensayar.

sábado, 10 de abril de 2010

El cauce de la Leyenda

Mis emociones tuvieron un segundo nacimiento. Las escuché al nacer, yo estaba allí. He visto completarse todo un ciclo del cuento de la vida, el mismo que he parido de todos mis sentidos.

Ayer, así, de pronto, como pasan estas cosas, mis emociones se soltaron de mí mano y se fueron a volar con las de Otra.


El post del 19/01/09, etiquetado “El Cuento” es, probablemente mi preferido. Sería seguramente el prólogo de todo este camino de palabras, si alguna vez se convirtiese en libro. Es que tanto me refracta, que un día quise dar un regalo y; lo elegí a él. Y ese día, fue el día después de haber estado en la presentación de Liliana Vitale en la Casa del Bicentenario. (Se lo envié a ella, por correo electrónico).


Antes de ayer fui a escucharla nuevamente. Tocaba en un bar céntrico. Llegué temprano, como siempre. Indefectiblemente, cuando ella toca, se crea un clima de serenidad que subyace por debajo de la marea, una especie de ecléctica reunión tribal a la que los integrantes se van sumando de a poco y como preparando los espíritus a un encuentro profundo.


En esas cosas cavilaba y en cuánto me gustaba el azul del aceite de las lámparas que iluminaban nuestras mesas, cuando Liliana llegó caminando por entre ellas, tomó el micrófono y una hoja que tenía sobre su piano, se puso sus lentes , se sentó sobre un taburete, al otro lado del escenario, y muy despacio comenzó a leer: “EL Cuento”. “Mí” Cuento.


En ese momento claro que no pude pensar, estaba profundamente sorprendida, emocionada, agradecida. Mis palabras estaban bailando sobre unas cuerdas tan queridas!... Y entonces, comprendí que el cuento no era cuento, que sólo se repetía lo que debe pasar.

De esto se trataba ese cuento… de esto: de dejar ir las emociones y las palabras para que otros las hagan volver a brotar.


Y así es que mis palabras, que un día nacieron en silencio, aquí en el silencio dejaron el cuerpo, pero se fueron como dice El Cuento: " contando, cantando, comiendo", a la boca de Liliana, para que las hiciera viento…

…otra vez.

jueves, 8 de abril de 2010

miércoles, 7 de abril de 2010

Una semana con todo

Como muchos de ustedes saben, ando muy contenta por estos días. Desde el Miércoles pasado no han parado de suceder cosas a torrentes...

Por primera vez en toda mi historia de inquilina no deberé mudarme, cosa que me alegra inmensamente porque adoro mi hogar, pero por sobre todo, no tendré que pedir dinero prestado para renovar mi contrato y eso, a cualquiera le sería una gran alegría.

Además he sido escogida de los montones de transeúntes que circulan día a día por la plaza de mi barrio para ser madre otra vez (y espero, esta vez sí, que sea la última por obvias razones)... y así es que llegó Pipa a casa, a despabilar a los gigantes dormidos, a alterar las rutinas, a hacerme volver a multiplicar el amor...

En eso estaba ocupada cuando me llegó la invitación para ir a escuchar a mi querida Liliana, Vitale... así que mañana me voy a darme un buen gusto, una dosis fuerte de esperanza y calidez... todo un regalo.

Y el viernes, eso sí, sin falta, a la salida del trabajo, derechito a la marcha por la ley de medios, eh!!!. Todo un compromiso,pero también con alegría.

Una semana con todo, variadita y pa'lante!... y aún no tengo idea de lo que me deparará el finde... qué maravilla!!!

viernes, 2 de abril de 2010

Uno de Esos Días

Ayer fue "Uno de Esos Días". Uno de sol hermoso, contra todo vaticinio. Uno que me encontró serena y aún con los resabios de otra alegría.

Así que según tenía planeado, y despabilando un humor que hace mucho no tenía, cargué mi mochila con mi libro, mi cuaderno, mi cámara y un abrigo, por si el clima me sorprendía, y partí sola en expedición hacia el Tigre.
La única anotación que hice en mi cuaderno fue que es notable la diferencia entre la cantidad de mujeres y de hombres que llevamos un libro abierto mientras viajamos. (claro... a favor nuestro).
Caminé casi todo el tiempo, un tanto decepcionada por una cantidad abrumadora de gente que no esperaba encontrar, pero así y todo un señor que, ajeno por completo al bullicio de la muchedumbre, tallaba unas cucharas adorables con una gubia que cualquiera tiraría a la basura, me ofreció sentarme a su lado mientras me convidaba un mate y contaba un pedacito de su historia de maderas.
También, sin darme cuenta hasta muy entrada la noche, ya en casa, compré unos sahumerios exquisitos que resultaron ser los que ando rastreando desde hace mucho y nunca recuerdo su marca.
En el camino de vuelta hacia la estación, algo me desvió del camino que suelo hacer habitualmente y de pronto reparé en que debería ser esa hora (no uso reloj), la justa del atardecer que le da a las fotografías esa calidez que tanto me gusta, así que mantuve mi cámara alerta hasta que me topé con una casa casi escondida detrás de una lluvia de rosas chinas y el sol les caía tan divinamente que me disponía a disparar cuando... se abrió la puerta y salió Marily, la dueña de casa. Yo me apresuré a aclarar que sólo estaba admirando sus flores y a pedir disculpas por estar tomando fotos sin permiso, pero ella, muy relajada, bajó las escaleras, abrió la reja y me invitó a pasar hasta el fondo de su casa, donde me dió una clase magistral de cordialidad, sencillez, confianza y unos cuantos datos sobre jardinería, corolando su desinteresado gesto de generosidad con un brote de jazmín que me obsequió como prenda por mi paso por su hermoso jardín.

Saqué fotos, quedó claro, y ya las postearé. Pero hoy quería relatar mi experiencia en palabras. Esa manera de haber "salido" ayer al mundo que me dejó entrar y ver tantas cosas, que me devolvió llena, renovada, y una vez más, agradecida.

Gracias a Todo y a Todos los que hicieron de mi día Uno de Esos Días.