Como un viaje de esos de mochilas. Abarcando la amplitud del clima y poniendo a prueba todos los vértigos y las habilidades, contemplando cada mañana, porque todas son distintas. Trepando las laderas, bordeando los riachos, descansando a penas.
Tocar las nubes, acariciar el agua, dejarse llevar por senderos vírgenes de pisadas. Y descubrir la noche a la luz de una fogata y escuchar la calma por adentro mientras afuera crujen las ramas y las mantas abrazan.
Como uno de esos viajes veo mi vida desde aca sentada, mientras tecleo y tecleo y no veo nada nada más que el verde de esas montañas, el rojo de esa fogata, ese cielo, esas ramas y a vos, mi amor, a vos pegadita a mi lado bajo la misma frazada.
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