Hemos roto el hechizo e inaugurado un nuevo puerto. Ella detuvo el tiempo con mi rostro sonriendo y yo, claro, me ocupé de su alimento y de decirle muchas veces que la quiero.
A veces no encuentro palabras para describir lo bello de sus gestos y me quedo callada, sólo observándola. Adoro el bies de su naturaleza salvaje que asoma por debajo de sus contornos delicados. Y adoro la delicadeza que nace de lo más profundo de su profunda voz, pero no sé decírselo... entonces le sonrío. Ayer sonreí toda la tarde.
Su cabello renegrido brilla como nunca bajo el sol de esta tarde preciosa (no más que ella). Caminamos entre los puestos de artesanías devorándonos con la mirada casi las mismas cosas. No tenemos demasiado dinero, pero nos lo gastamos todo sin tener que ponernos de acuerdo y eso que a veces nos cuesta bastante aunar criterios.
Entre un montón de objetos de madera elgimos esta pequeña cuchara. Yo quise regalársela. Ella quiso regalármela a mí y finalmente decidimos un gran acto de arrojo: sería el primer objeto "de las dos" y ya veríamos dónde y cuándo lo plantaremos para que de él florezcan muchas y muchas más.
Yo no sé qué pensará ella al respecto, pero para mí, que la comida, el hogar y el amor son casi la misma cosa, la tarde, el nuevo puerto y la cucharita resultaron un hallazgo y un buen augurio.
Amor mío, bella como nadie.
ResponderEliminarT.A
Tuya
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