Muchas veces, el empleo del tiempo es algo curiosamente anacrónico, las personas resultamos incongruentes y después... andá a cantarle a Gardel.
Cada uno hace ruido con la cacerola que tiene a mano y algunas ensordecen. Otros se hacen los sordos y no se comprometen. Otros se agarran directamente a cacerolazo sucio.
Todos queremos hincar el diente, todos queremos nuestra tajada, todos queremos todo y no tener que dar nada.
La vergüenza de uno siempre bien escondida; la paja del otro siempre bien señalada. Los límites bien marcados, las distancias bien delimitadas. Los tiempos rigurosamente cronometrados y el control... que no nos falle el control! El control de nuestras vidas, ( las mismas que deseamos dejar volar tan alto como sea posible), y el control de todo lo demás.
Dificil de configurar. Digo: la libertad y el control, la felicidad y el control, sobre todo el control de "lo demás". Dificil de configurar y de compatibilizar.
No, no es una tarea fácil decidir los destinos de nuestro escaso y divino tiempo. Establecer prioridades, evaluar su calidad, elegir cómo, en qué y con quién lo emplearemos. Sobre todo si estamos demasiado preocupados porque nada se interponga en el camino. Sobre todo si sentimos que corremos el riesgo de que toda nuestra imperiosa privacidad puede verse avasallada.
Y así. invariablemente, y por más esfuerzos que hagamos, el tiempo se vuelve anacrónico, nosotros cada vez más incongruentes y a mí,... que Gardel me perdone, pero nunca me gustó.
Si tuviera tiempo para escribir... si tuviera tiempo para crear un blog... si tuviera tiempo para preguntarte en quien pensabas cuando lo escribiste... si tuviera tiempo, te diría que me sacaste una foto... y éso que a mi, Gardel me encanta !!!!!!!
ResponderEliminarLeonor