Encendiendo el fueguito

Música nueva para renovar la sangre. Otro peso, otro aspecto, otra vez infinitivos. Voy comprando nuevos alimentos, alimentos distintos; más propicios para el cuerpo para empezar a limpiarlo y prepararlo al abrigo. Se viene el tiempo de los mares de verduras y de las proteínas en granos moraditos, tan bonitos ellos...

Me encanta el verano. Me siento feliz de poder andar al aire libre, despojada de pesadas lanas y prendas que me amarren. Disfruto tremendamente de andar descalza la mayor parte del tiempo que me sea posible y traigo enraizada la tremenda necesidad de estar en contacto con la naturaleza. Pero con el paso de los años fui comprendiendo que para poder liberar toda esa adenalina maravillosa, algo debía generarla antes dentro de mí y que eso necesariamente tenia que haber llevado su tiempo. Y fue ahí cuando le agregué: el trabajo. Para disfrutarla mejor.

Ahora, además de alimentar, despiojar y cuidar mucho a mis patitos, cada otoño (es la época más propicia) trato de desintoxicar mi cuerpo y de dejar que todo lo viejo, lo muerto, lo gastado, lo inútil y lo malo se vaya junto con lo que esté de más en él.

Muchos cereales, muchas verduras cocidas con vapores y salteadas con buenas hierbas, algunas legumbres para que no haga falta que corra sangre y a cocer pan... mmmm... ya siento el olorcito por toda la casa...
Alguna de ustedes saben de lo que les hablo...

Hay algo más pacífico que una tade de invierno en un hogar donde hay olor a pan cociéndose en el horno?