Desde la Universidad de Wrathegber, Alemania, llegan asombrosas noticias sobre un nuevo y revolucionario descubrimiento.
Se ha dado a conocer que tras varios años de experimentación y muy cerca de nuestras convicciones más irrefutables, un grupo de científicos prominentes se habría planteado rebatir un concepto más que establecido: la "lentitud”.
Tan seriamente se lo tomaron, que llegaron al punto de hacer que este desafío deviniera en un cuestionamiento casi existencial: Qué significa en verdad la palabra: “lento”?
Cuando se escuchan frases como: “qué lento pasa el día” ó “Qué película más lenta!”, instintivamente se apela al concepto codificado de “no avance”, de no avanzar en el tiempo y en el espacio a “cierta” velocidad. Pero aparentemente, según estos investigadores, este ha sido un error de concepción desde tiempos inmemoriales, y su resignificación acarreará sin dudas una serie de cambios radicales en nuestra manera de percibir el mundo, lo cual no suena nada loco dado que de ser así, deberíamos también replantearnos los conceptos de “espacio”, "tiempo" y “velocidad”, lo que a su vez nos lanzaría hacia una serie de implicancias y derivaciones complejas e inacabables.
Tamaño descubrimiento está conmoviendo al mundo entero. Radios y cadenas televisivas de todas partes del globo difunden la noticia y recogen los testimonios a cerca del efecto que ha causado la inminencia de la nueva premisa.
Ingenieros chinos ya ha puesto toda su infraestructura al servicio de idear las adaptaciones pertinentes en sus próximas manufacturas electrónicas, mientras al sur de Asia, se prepara una convención de Chefs para discutir el concepto de “A fuego lento”. (Con la milonga ya nada se puede hacer).
Por otra parte, han sido retirados de todos los medios publicitarios aquellos spots que hacen referencia a “que vuelvan los lentos”. Y al respecto la cantante española Rosana, se negó a hacer declaraciones.
Empresarios y políticos han cancelado sus agendas para tratar de reconceptuar-se, atravesando, aún descreídos, momentos de hondo dramatismo, debido (como se sabe) a su dificultad para adaptarse a los nuevos cambios de paradigmas.
Pero esto no queda allí. Después de dos décadas de pruebas y experimentos, los científicos europeos arribaron entonces a la maravillosa revelación (quizá la más importante del último siglo) de que: “La tortuga es el animal más veloz del planeta”. Sí. Así nomás.
Parece ser que el quelonio, lejos de ser ese esquinero marmolado que reposa inmóvil en algún rincón de la casa y al que solemos llamar “mascota” es, en realidad, una flecha en el aire.
Las pruebas y argumentaciones que hacen sustentable esta afirmación dan cuenta de que aparentemente, el reptil se mueve a una velocidad fuera de los parámetros reconocidos por el ojo humano.
Finalmente, el Dr. Razembach, padre del descubrimiento y amante de las tortugas, lo resume de esta manera:” Nuestra visión nos “engaña”, haciéndonos creer que el animalito se desplaza de manera muy lenta, mientras que en verdad, se detiene de vez en cuando para que nosotros lo veamos a él.
( Mientras escribo estas líneas, la gordi me dice:
-es como mirar el ventilador de frente cuando está a full...
-Claro… le digo.
Reflexiono un instante y le pregunto:
- Che… y entonces… qué habrá estado haciendo Manuelita durante tantos años?
Ella me mira muy seria y me dice: - Si es por eso… en la Quebrada de Humahuaca no vimos ni una puta vaca! )
Y sí…, nunca nada es lo que parece.