Ella hizo un “clavado” desde el borde de la tarde y cayó directamente al piso 14, sin más preámbulo que un mensaje de texto.
Yo, algo inquieta por la irrupción repentina e inesperada a mi rutina en soledad me moví torpemente durante un rato, casi el mismo que tardó ella en encontrar un lugar cómodo en mi casa. En algún momento nos relajamos y empezamos a disfrutar de poder comunicarnos. Fue un encuentro cálido, fluido y reconfortante.
Las siguientes tres horas fueron muy divertidas e importantes para mí. La ví y la escuché mientras me miraba y me escuchaba.
Hacía muchos años que nadie “caía” de visita a mi casa y la verdad, lo pasé muy bien.
Gracias Amiga.
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