miércoles, 9 de noviembre de 2011

Libros

Hacía tiempo que había descuidado el ejercicio de la lectura. Como en todos los demás aspectos, el proceso político y social que estamos transitando en nuestro país comenzó a empujarme nuevamente al movimiento en quietud: LA LECTURA.
"Los Mitos" de Pigna, me resultaron difíciles de digerir (no por ellos, sino por mi anquilosamiento), y sin más quedaron en la biblioteca, abandonados, partidos al medio. Seguido a eso, Sandra Russo publicó "jallalla" sobre Milagro Sala y a pesar de que no me convenció del todo, lo terminé. Después vino Anibal Fernández, con sus "Zonceras" y a pesar de que le puse onda, también me aburrió. Pero al toque llegó "la Presidenta" otro de la Russo y ese me lo comí en dos bocados, aunque para mi gusto, le faltó "algo". Pero aún así, empecé a notar que el engranaje ya estaba nuevamente aceitado.
Hace unas semanas atrás, mientras luchaba afanosamente por encontrar algún punto que me devolviera a la trama de mi propio tejido, casi sin darme cuenta, me encontré de nuevo sumergida en las palabras de un nuevo libro, y ahí nomás, me perdí dentro de su historia. A ese le siguió el segundo, del mismo autor ( un Afgano) y eso sí, me los devoré con las ansias que me caracterizan y junto con otras cosas, el reticente ejercicio de la lectura me llevó a un lugar conocido y nuevo a la vez. Un lugar de pensamiento libre, de emociones y sensaciones sorpresivas y determinantes, un lugar seguro y luminoso.
Borges, a quien no leí jamás,( pero quien evidentemente se las arregla para hacerme mella), decía algo así como que uno es más por lo que lee que por lo que escribe. Y en estos días voy por esas palabras.
Hoy empecé un libro nuevo, inspirada por una compañera de trabajo que a sus veintipico, es una máquina de leer... empiezo el mismo que ella está a punto de terminar y que me depara 6 más (xq es algo así como una saga). Un libro que tiene 3 cm de diámetro en letra minúscula.
Mientras volvía a casa del trabajo, con él aferrado a  mi mano, lo sentí como un escudo, como siento mis tatuajes,como la ropa que más me gusta llevar, como si fuera de la mano con mi amor, como un seguro de vida, como una una esperanza.
Siempre llevo presente el recuerdo de "Farenheit 451"... Uno mismo es un libro, cada persona es una parte de todas las historias escritas, imaginadas y reales, una es parte de todas las historias. Esa es la magia de la lectura. Sentirse parte.
Les comparto aquí mi nueva puerta al devenir...


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