La primavera comenzó así, de prepo, como debía ser. Yo volví a sembrar margaritas, pero como soy ansiosa, me compré unas que ya estaban florecidas. Me gustan las margaritas, son simples y rústicas; un detalle entre los yuyos. Me gusta la manera que tienen de adornar sin llamar la atención. Me gusta su desprolijidad para crecer y la manera perfecta en que se secan para poder recoger las semillas facilmente y guardarlas hasta la próxima primavera. Me gustan porque no dejan de multiplicarse en el tiempo que les toca vivir y porque no se siente mal arrancar una.
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