Y ya hace frío. Mis gatos han tomado definitivamente la cama por trinchera y yo debo resignarme a que los siguientes cinco meses dormiremos amuchados bajo las cobijas esperando a que vuelva la primavera. Mientras tanto, la vida va cambiando sus colores, como la estación. Y me sigue llenando los ojos. Como hoy, que ví nacer la mañana desde la más profunda oscuridad, majestuosa e imponente, bañando de dorado todo a su paso. Miro por mi ventana y pienso en lo imperceptible que puede parecer el pasaje de la oscuridad a la luz cuando no se está atento a ello y en la cantidad de facetas que se suceden en el proceso...
Ahora ya es pleno día. El sol brilla serenamente sobre la ciudad y yo me dispongo a comenzar una jornada que será excepcionalmente más larga que de costumbre. Me espera mucho trabajo en la oficina y algún problema que ayer dejé sin resolver, pero nunca dejo de estar conciente de mis procesos, y eso siempre me ha ayudado a poder disfrutar de lo que tenga y a seguir siendo una mujer agradecida.
A veces me dan ganas de mirar con tus ojos, solo para ver qué ves.
ResponderEliminar...Aunque vieras con mis ojos, no verías lo mismo.
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