Detesto que la mayonesa no llegue a cubrir los bordes del pan del sándwich y que la gente sale la comida antes de probarla. Detesto desde siempre la polenta y sospecho, desde siempre, que ha de ser por eso de "con pajaritos".
Otras cosas que no me gustan son las migas en la cama, las aceitunas, las comidas "de autor" que sólo traen la firma en el plato y que de pronto haya mas chefs que lesbianas.
Tampoco me gustan algunos inventos como las yerbas saborizadas, los "elicaseisdefensas", los ¿¿"F- Nandito"??...
Sigo preguntándome porque los mozos me traen soda cada vez que pido un vaso con agua. Y porqué las máquinas de café dan por sentado que lo tomo azucarado.
No me gustan las cosas pesadas. Ni las comidas, ni las personas, ni ninguna mezcla rara. No me gusta andar hurgando en el fondo de los platos para saber lo que trago, ni en el fondo de la gente para saber en qué miente.
Odio los pelos en las esponjas, en las piletas, en las bañeras. A los fumadores que apagan sus cigarros en las tazas y a los no fumadores que arrojan sus chicles en los ceniceros.
Yo nunca digo "no quiero" sin haber probado antes. Y de hecho, con el tiempo, me dí cuenta que el "no quiero" de ayer nunca es el mismo de hoy, así que siempre sigo queriendo. Porque puede que no me gusten muchas cosas, pero en tanto siga probando siempre descubriré algo nuevo.
Lo mejor es probar todo. Ahora bien, cuando se ha probado mucho, no se pierde el sabor de algunas cosas? o se aprende a diferenciar? Personalmente seguire probando, aunque mi paladar ya sabe que es lo que mas le gusta, que es lo que prefiere, quien dice,por ahi me sorprenda algun nuevo sabor.
ResponderEliminarCreo que desarrollar y conservar la habilidad de experimentar nuevos sabores no implica riesgo alguno sobre las preferencias, sino mas bien, amplía el conocimiento y agudiza la sensibilidad. Si no...qué sería de los perfumistas...de los chefs... y de tantos otros artistas!
ResponderEliminarUn beso.