miércoles, 4 de febrero de 2009

Las apariencias engañan

Siguen naciendo pequeños tomatitos en la huerta de mi balcón, aferrándose a sus tallos, escondidos entre el follaje tupido que a veces parece no llegar al fin del día con estos calores y que unas horas después de la bendita agua que les llega al anochecer, renace como bajo un conjuro...que maravilla!
Yo también sigo renaciendo y vuelvo a poblar de inquietudes mi alma, mi corazón inquieto, mi hambre de saber. Y ando todo el día con la cabeza llena de pájaros y danzas, espiando entre los huecos, bosquejando notas entre teléfonos, cálculos y hombres que entran y salen a todas horas sin notar que esa mujer que está allí sentada tan seria, tan abocada; no hace otra cosa que regarse a sí misma.

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