Juana La Loca

Esa gata está loca. Loca como su madre. Corre desesperada del balcón a la cocina y de vuelta al balcón a seguir lengueteando las hojas que quedaron mojadas después de la lluvia. Entra. Se sienta a mi lado y maulla con sus bellos ojos verdes mirándome fijo como pidiéndome una explicación que no puedo darle, entonces se retira hasta su asiento preferido que está ocupado por Pancho. Se sienta a su lado y le pega dos lenguetazos en la nuca a desgano y vuelve a mirarme desde lejos como volviendome a pedir la explicación que esta vez no voy a darle. Maulla más fuerte y sale una vez más despedida como loca hacia el balcón a beber desesperadamente de las hojas del jazmín. Esta noche está especialmente "charlatana" y no para de ir y venir por que su hermano la ha destronado y eso le resulta algo intolerable frente a lo cual evidentemente, quiere que yo tome cartas en el asunto. Cosa que bajo ningún punto de vista estoy dispuesta a hacer
En algún momento me levanto y voy al baño. Pancho abandona la comodidad de su almohada y me acomapaña (como suele hacerlo), dejando así el lugar tan preciado y yo pienso...bueno... ahora sí. Pero cuando vuelvo la gata está acostada en el otro sillón, cual si ya nada le importase. Y yo pienso... me equivoqué?
Al cabo de unos cinco minutos, cuando mis otros gatos y yo nos desentendemos completamente de ella, se baja del sillón y con esa forma tan particular que tiene de dejar claro que salio triunfante, camina lentamente erguida y silenciosa hasta su lugar preferido, se sube, da unas vuelas sobre él oliéndolo y después se hace un bollito, se acomoda y se queda dormida.