Hace unos días volví a cargar en mi mp3 algunos temas que hacía tiempo no escuchaba y quería llevarme conmigo de viaje a la playa. Lo hice y seguí con mi vorágine, mientras iban sonando los que el oído ya tenía incorporados. Pero esta mañana, mucho antes de saber que iba a tener uno de los días más complicados y cansadores del año, cuando decidí no pedalear como todas las mañanas hasta mi trabajo y me calcé los auriculares para caminar el trecho que me separa de la oficina, al cabo de unas pocas cuadras, me sorprendieron las primeras notas directo al centro de mi placer. Y no pude evitar la sonrisa. El día ya era mejor sólo por esa sensación tan conocida de emoción y adrenalina que me da sentirme invadida por los sonidos que amo.
Es extraño... a veces uno escucha millones de veces las mismas canciones una y otra vez o llena su mp3 de cualquier cosa con tal de escuchar algo. Yo llevo temas elegidos desde hace tiempo. Esos que no me cansaré nunca de escuchar, porque yo sueno en ellos. A veces tengo varias versiones de los mismos y de vez en cuando los saco, los dejo descansar. Como a las palabras. Para que se aireen y para que cuando vuelvan a sonar me rompan la cabeza otra vez, como ese tema esta mañana.
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