viernes, 24 de julio de 2009

Los Chinos y las Pulgas

No sabía que en los mercados de pulgas no se vendían pulgas. El otro día me caminé todo pensando que podía encontrar algunas y nada. Qué tontería llamarlos así si no tienen lo que se deduce por su nombre que deberían vender! Pero bue..., en fin...
Me conformé con ir hasta el barrio chino, donde terminé de confirmar que hay que llamar a las cosas por su nombre, como bien sabe hacer esa cultura milenaria .

En ese fantástico lugar, pegadito a la estación de Belgrano, hay consultorios de Acupuntura y negocios que venden elementos para el ejercicio de diferentes prácticas de Medicina Traccional, muchos atendidos por profesionales (chinos) y otros por chinos (a secas).

Casi ninguno de los alimentos que se venden en los supemercados llevan ninguna inscripción en castellano de manera tal, que si no es algo visualmente reconocible, como pueden ser unos fideos, algunas verduras (aunque tampoco todas) que son maravillosas o los pescados que son frescos y enormes, todo lo demás se viene encima desde los escaparates escrito en chino. Y hay chinos por todas partes que no saben explicar (en castellano) qué es esa latita que uno tiene en la mano.

Allí, una tarde de domingo, un chino de edad indefinida, con una larga barba y un grueso pincel en la mano, dibujó sobre una tira de papel encerado unas letras que dijo que significaban mi nombre y que hoy llevo tatuadas en mi omóplato izquierdo.

Ergo: entre el mercado de pulgas donde uno sabe lo que va a buscar y no hay y el mercado chino donde uno no sabe donde buscar pero hay de todo... no hay comparación. Los Chinos, como siempre, van a la vanguardia aunque los occidentales sigamos sin entender ni medio.
Ah...y otra cosa...: Los chinos, aparte de todo, no tienen pulgas.

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