No sé bien qué sentir... la verdad...me quedé perpleja.
Creo que cuando suceden grandes transformaciones, no se "comunican" por medio de una sencilla poesía, ni su autor se mantiene en el anonimato. Mucho menos, si esa transformación involucra directamente a la destinataria de dicha poesía. Eso es, al menos, de dudosa intención (por no utilizar otros términos menos felices que me vienen a la cabeza).
Y yo, que soy tan temperamental, que ando siempre diciendo lo que la gente quiere y no quiere, quiere y no puede, puede y no le importa escuchar, vengo a leer algo que no se cómo tomar, porque no sé jugar así, porque yo voy por lo que quiero, porque yo firmo lo que digo, lo sostengo, y le pongo el cuerpo. Y si me retiro es porque creo que se acabó el juego. O porque sencillamente: perdí.
Así que sólo quiero escribir sobre lo que pensé en ese momento: me pregunté porqué para alguien resultaría tan fácil elegir las palabras exactas para significar un sentimiento, un deseo y hasta una "propuesta" en tan sólo un par de renglones, y con total claridad cuando se es absolutamente incapaz de luchar por ello, dar la cara, de respaldarlo. Y casi al instante me respondi: claro... por eso mismo.
No. Las grandes transformaciones no se demuestran, ni se sostienen con una poesía... hay que hacerlo con cuerpo y alma, si no... no hay cambio creíble.
(Qué paradoja... tanta poesía y me terminé poniendo pragmática. Dicen que uno cosecha lo que siembra...)
Es evidente que alguien tiró la piedra y escondió la mano, pero intuyo que conocés a ese "alguien".
ResponderEliminarEn verdad, es evidente que no todo lo que quisiera. No te parece?
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