Se me acabaron los razonamientos. Estoy en un sitio sin control ni potestad. De pie frente a mi propia imposibilidad, que de todas, es la que más me asusta: sin Saber.
Por un instante solo importa lo que siento y allí detrás se va mi alma, cosa que, en un momento de lucidez, presiento como un seguro clavado al vacío; pero igual siento.
Y el resto del tiempo los hechos, las actitudes, me devuelven a mi lugar: a esta sensación de seguridad dentro de mi caparazón de cangrejo con la que vivo y sostengo mis argumentos, de la que estoy saliendo como puedo para no seguir jugando al juego de: “soy indescifrable” o, traducido… “a mí no me agarrás”
Porque el problema no está en “saber” o no “saber”. El problema está en “temer o no temer”.
Ser o no ser.... querer o no querer.... poder o no poder.... temer o no temer..... saber o no saber..... avanzar o no avanzar.... pensar o no pensar..... sentir o no sentir.... Ja ja... todo nos enfrenta a lo impostergable de vivir, de posicionarnos... Lo malo es que todo es causa y efecto, y entonces nos convertimos muchas veces en artìfices de nuestro destino... pero lo peor de eso es no poder echarle la culpa a nadie!!! jaja.
ResponderEliminarComparto esos sentimientos. A veces los figuro como la separación de mente y corazón. El corazón que siente y no piensa y atrapa al alma que lo sigue presurosa. Y qué linda sensación no? vida, gozo, placer.. amor? Pero la mente reacciona diciéndonos que vamos al vacío, que es peligroso, que nos haremos daño, que es un error...
ResponderEliminarSí, conozco esa sensación. Quizás sea una eterna búsqueda de equilibrio el que pone el alerta y traducimos como temor pero.. y si vida son sentimientos, emociones, entregarnos, darnos.. no valdrá la pena correr el riesgo de caer en el vacío? y si no hay vacío posterior y nos espera un paraíso?.
Besos