Me eduqué en una escuela de monjas. Por lo que a lo largo de mi infancia y mi adolescencia presencié muchas “Santas Misas”.
Una de las cosas que más recuerdo de aquel ritual, era el momento en el que el sacerdote nos leía una “parábola”. Yo siempre quedaba impresionada ante la interpretación de aquellas historias y después, como no podía ser de otra manera, ya que obraba en mi naturaleza,…pasaba horas reflexionando sobre todo tipo de cuestiones que después planteaba y a nadie le importaba responderme.
Años después, siendo ya agnóstica por completo, pero habiendo forjado un pensamiento y un discurso a veces complejos de expresar y también de asimilar, vuelvo a recordar esto como un símbolo del conocimiento de los profetas de aquella época que, traducido a la nuestra, sería en definitiva, el mismo: “quien tenga oídos para oír, que oiga”.
No es que yo le de demasiadas vueltas a las cosas, ni que sea “complicada”, ni es que no haya nada que me conforme, pero también debo admitir que en el mundo siempre habrá sordos, ciegos, mudos y que yo cargo con mis propias discapacidades.
y rengos,y otros, muchos otros, con incapacidades del alma, para poder despegar, para poder crecer, para poder mirar a los otros, para poder mirarse a los ojos, y perdonarse, y perdonarnos. Incapacidades que abundan por doquier, donde no se puede apreciar ni valorar la Naturaleza. Con un poco de suerte las profesìas Mayas traerán nuevos vientos a este mundo. Yo por las dudas pediré un crédito, me voy a pasear por el mundo, y que lo pague Mongo.!!!!
ResponderEliminarmmmm.... avisá para cuándo...capáz que me prendo!
ResponderEliminarNecesito un poco de aire...