Es que... de verdad... a veces me siento caminando sobre un hilo tan delgado... Y no es miedo a la locura, no. Ya he dicho mil veces que no está loco quien quiere, sino quien puede. Es esta especie de impotencia, mezclada con bronca, con asombro, con dolor.
Y no, no es verdad que yo también esté anestesiada. De ninguna manera. Es sólo que a veces me quedo tiesa ante tanta violencia, ante tanto odio, ante tanta vergüenza. Y no quiero ser una más. Me niego a participar de la puteada anónima, del maltrato al que me siento sometida, no quiero devolver la misma moneda.
Debe haber algo mejor que pueda hacerse. Y después de todo, si el imbécil de la parada piensa que el cartonero está mejor que él... pobre tipo! ¿qué se le puede decir que vaya a poder entender?
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