Tomar un puñado de versos viejos y ponerlos en agua junto con unas gotitas de jengibre recién rallado. Luego agregarle el tamíz de las lágrimas del invierno después de haberlas maserado bien tapadas en frasco de vidrio- revolver lentamente con cuchara de madera hasta que rompa el hervor. Dejar reducir a fuego moderado de manera que la mezcla comience a ligar sus humores. Cuando comience a tomar ese color característico de la pag 43 del libro de Whitman, apagar el fuego, tapar y dejar reposar toda la noche al sereno.
Estas aguas perfumadas que desde luego pueden derramarse a besos de madera y limón, (aunque algo picantes), tienen el poder de borrar las marcas, cerrar heridas y, como han bebido de las estrellas y reposado en la tierra; pueden también reunir lo que esté lejano, perdido ó extraviado.
También pueden utilizarse en diversos menesteres tales como regar plantas, las que parirán toda clase de flores exóticas y de tamaños inusitados (se recomienda ser cautos en este punto), limpiar la casa de malas energías, usándola para rociarla en los rincones o simplemente para sumergirse en ella durante un largo baño de inmersión del cual se saldrá completamente dispuesto a ir a por todo lo que escueza en el alma.
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