viernes, 9 de octubre de 2009

Modificador Directo

A veces, para que el cuerpo se recupere, es necesario reveer un poco lo que hay en la alacena, en la heladera y hasta deshacerse de algunos condimentos y aderezos que estamos acostumbrados a consumir desde siempre, aunque sepamos que muchos de ellos nos hacen daño. El cuerpo es tan generoso que procesa lo mejor que puede todo lo que le metemos y cuando nos pega el grito es porque hace rato viene sufriendo. Y siempre nos avisa: siempre. Y si le damos lo que pide, si nos tomamos el tiempo, el trabajo, el esfuerzo, acabamos por darnos cuenta de que nos estábamos perdiendo lo mismo que pretendemos: sentirnos bien.
Lo mismo pasa con el alma. A veces, para que el alma se recupere, es necesario reveer un poco el pensamiento, el discurso que nos distancia de nuestros verdaderos sentimientos, y usar el pecho como un cuenco donde ligar el verbo con la sustancia, el deseo con el modificador directo. Y dejarnos modificar...desde adentro.
Claro que es más fácil ( y con eso muchos se quedan más que contentos) hacer dieta un par de días que replantearse cuán feliz se quiere ser en la vida.

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