martes, 20 de octubre de 2009
El poder de los Objetos
Caminaban en fila india unos detrás de otros , sumidos en un profundo silencio, siguiendo la marca de la huella del que iba delante para no pisar en falso sobre la angosta y ríspida ladera que trepaba la montaña.
Cada uno llevaba consigo algún objeto preciado que había elegido de entre sus pertenencias como una especie de amuleto para acompañarlos en aquel viaje que había comenzado hacía ya algún tiempo pero que no sabían bien cuánto iría a durar.
Caminaron y subieron paso a paso, huella sobre huella, tendiéndose las manos, durmiendo bajo las estrellas y esperando el amanecer para enrollar sus mantas y seguir caminando. todo en completo silencio; sólo oyendo el canto del viento y de los pájaros, del follaje entre los cuerpos y el crepitar de los fuegos. Todo mientras se iban elevando.
Una mañana, al giro de un trecho, se abrió un claro desde donde por primera vez podía apreciarse con cierta claridad lo que habían dejado atrás, debajo, alrededor de ellos. Todos quedaron perplejos ante la magnitud de semejante silencio. Entonces uno se arrodilló en el suelo y con sus manos comenzó a cavar un hoyo donde depositó su amuleto. Los demás observaban mientras iban lentamente buscando entre sus cosas sus propios objetos, los cuales fueron depositando uno a uno al lado del primero. Luego, entre todos, cubrieron el agujero y se quedaron un rato allí de pie, sonriendo.
Después, aún sin mediar palabra, emprendieron el viaje de regreso.
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que hermoso viaje! me sentí subiendo la montaña escuchando el sonido de los pajaros y me quede alli.
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