martes, 23 de noviembre de 2010

Un nudo en el pañuelo

No hice un nudo en el pañuelo, porque ya lo tenía incrustado ahí, justito ahí donde siempre se incrustan los nudos. Entonces... para qué?. Lo llevaría siempre conmigo a donde fuera, todo el tiempo, toda la vida, dormiriría conmigo y pasearía por Plaza Francia los sábados a la tarde sin que nadie se enterase.


Tampoco me maquillé. No hacía falta. No iba a volver atrás y con el tiempo, las marcas se acomodan en la cara, se adaptan a su mapa y ya no es factible saber de dónde ni de cuando ni de quién.


Ya no tengo certezas. Eso es bueno. La parte difícil es ser paciente.
Ahora que ha pasado el tiempo, que el nudo es nudo, que el hueco es hueco y que todo es incertidumbre; yo estoy en paz conmigo y con mi amor.

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