Para quienes, como yo, creen que todo tiene que ver con todo y están siempre alertas a leer las señales de los tiempos y a escuchar-se, este ha sido un año de tremendas manifestaciones y grandes revelaciones.
Este año me ocurrió, por ejemplo, que por primera vez en mi vida, establecí una relación con una persona muchísimo más joven que yo, y más allá de lo anecdótico, no reparé, sino hasta hace pocos días, en qué fue lo que realmente me había atraído de ella: era una militante, alguien con quien podía compartir “mis ideales”.
Después del fracaso estrepitoso, me quedé pensando y empecé a observar que así como yo, había cantidad de gente en mi misma situación; desencantada de la generación de los 70 y cambiando sábanas mojadas. Pero ya no huyendo tan desesperadamente de sus congéneres, sino, como pegando la vuelta y empezando a generar espacios menos virtuales, donde poder mostrarse, cada un@ con lo que venga y reconociéndose de manera tal de recuperar los códigos de comunicación en común, cierta complicidad, algo de aquella espontaneidad que yo recuerdo haber tenido, antes de que nos arrasara la era del individualismo feroz.
No es casual que nos pase esto mientras nos pasa que se tambalean todos los símbolos y paradigmas que durante más de 50 años hicieron de la gente de mi país un montón de pobres corazones oprimidos alimentados sólo de miedo y mentiras.
No es casual, que algo parecido esté sucediendo en la mayoría de nuestros países hermanos.
No fue casual que durante los festejos del Bicentenario, todo el pueblo rebalsara las calles y aunque nadie lo haya dicho… volvió a ver desfilar un ejército de soldaditos de plomo… subordinados a la Jefa de las Fuerzas Armadas, en perfecta armonía al lado del stand de las Madres…
No es casual que Néstor Kirchner se haya muerto justo ahora (mal que nos pese a los que lo queremos y a los que lo odian), porque su muerte nos obligó a pasar revista de cómo estábamos hace nada más que 7 años… y en cierto modo, a tomar una decisión: defender y cuidar lo que ya conseguimos. Y much@s de nosotr@s salimos a la calle, a la militancia, por primera vez en la vida.
No. Nada es casual. Por primera vez, después de 30 años, a mí me dan ganas de pasarme todo un sábado en una asamblea de Facebook 678 auto convocados y de volver a salir cada vez que haga falta, de decir y sostener lo que pienso y a no dejarme avasallar ni engañar por nadie NUNCA MAS.
Es verdad que el lugar donde un@ elige vivir es su hogar, y las personas de las que se rodea, son en alguna medida, como su familia, por eso, sigo sosteniendo que nada es casual, hoy mi hogar vuelve a ser “la casa grande” donde los jóvenes son eso: jóvenes y nuevos vientos de esperanza, los mayores,(los que no se anquilosaron), como siempre, la sabiduría que contiene y acompaña y nosotros, los afortunados sobrevivientes, en platea central de la historia, listos para dar batalla.
No. No es casual.
nada es casual amiga...
ResponderEliminarla piedra se movio y con ella, como bien dijiste, todo alrededor.
te quiero!!!!!! you know
si no es casual... será causal???? cariño!!
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