Emerger de un tibio y reparador baño de inmersión, enfundarse en la camisa de la persona amada, cenar a la luz tenue que invade el comedor desde la ciudad toda y sentarse en patas a escribir con la panza llena y el corazón contento, repasando la eternidad que ha durado el día, los acontecimientos, las ternuras y las tempestades, los sabores y las velocidades, la música en mis oídos y el placer que siempre me recorre al poder recoger las palabras testigo, como memoria, como cuento, como fábula, como invento.
Soy feliz en este instante y no importa nada más.
ponete a cantar la de Montaner
ResponderEliminarsoy feliz, soy feliz!
mmmm... no me gusta Montaner... y la verdad, canto mucho mejor otras canciones...
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