Me cuesta desprenderme de las personas amadas. Porque no son muchas y porque para quererlas me tomé el tiempo y el trabajo de conocerlas.
Siempre trato de dar el beneficio de la duda, siempre contemplo que me puedo estar equivocando; pero no se puede estar eternamente dudando.
Por eso, a la hora de volver a revisar mi bagaje de abrazos, mal que me pese, tengo que seguir confiando en quién soy y en lo que siento. Aunque me duela, aunque no comprenda.
Porque al final pasa como anoche, que no tuve ninguna epifanía, ni se me ocurrió ninguna idea profunda; sólo deseaba una hamburguesa y alguien que me dejara exhausta. Y resultó que la heladera y la cama estaban vacías.
Porque al final pasa como esta tarde que, ingenuamente, volví a cometer el mismo error de siempre al pensar que aquella a quien tanto quería, estaría esperando mi voz, deseando mi sonrisa. Y no. Otra vez olvidé que ella puede andar por la vida muy tranquilamente sin mí, porque es así; y no hay nada que yo pueda hacer para remediarlo.Y no es que no haya tratado...
Así que me merezco hacer el intento de dejarla andar a su antojo y procurarme mi cuidado. Porque si ella puede, seguramente también yo podré seguir andando y encontrar quien no quiera caminar ni un paso si no me tiene al lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario