domingo, 4 de septiembre de 2011

Un Domingo Perfecto

Un día ideal para ser Domingo, salvo por la pequeña contractura que me molestó todo el día por compartir la almohada con mi gata anoche. Pero bue... todo no se puede!.
Me desperté temprano, prendí la tele y me dí cuenta de que tenía ganas de tomar café, así que venciendo la fiaca que me da prepararlo para mí sola, lo hice y me llevé a la cama la taza que me regaló Ale y que es la medida exacta. Empezaba una película de esas de estafas con cartas y la ví completa. Cuando terminó me puse de pie en el mundo y me sumergí en la tarea de poner en orden mi cocina. 
Después, en uno de esos pequeños arranques que nos dan cuando sentimos que hay que aprovechar el tiempo y usarlo en renovarse, descolgué las cortinas y me dispuse a lavarlas. (Ultimamente me ha dado por el orden y la limpieza)
Afuera soplaba un viento que hacía flamear mi bandera contra la red. Me gustó la imagen... toda la ciudad detrás, me pareció una señal de buen augurio. Al principio parecía que iba a presenciar una buena tormenta, pero no, con el correr de las horas el día se compuso.
Escuché música y almorcé sanísimo.  Los gatos anduvieron desparramados por la casa sobre la losa radiante y cuando la tarde se puso linda, disfrutaron del sol en el balcón. Me ocupé de cuestiones estéticas engorrosas, tales como teñir mis canas y restaurar la manta de polar, que ya contaba con unas cuantas quemaduras de cigarrillo. En algún momento enganché en la tv la maratón Epitafios, que ya venía desde ayer y aún continúa y ví algunos capítulos salteados.
Ahora casi a punto de meter en el horno el pastel de zapallo y disponer la butaca para la película de la noche, me siento a dejar constancia de que los domingos están estigmatizados. De que pueden ser días perfectos.

1 comentario:

  1. Absolutamente!
    Los domingos tienen mala prensa, yo empecé a adorarlos, es el tiempo para conmigo
    Abrazo

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