El simpre está. Siempre cuidando, consensuando, compartiendo. Pancho. Lo bauticé a los pocos días de tenerlo en casa, junto con su hermana, que atinadamente se llamó "juana la loca".
A él le debo miles de sonrisas, de lágrimas de emoción. A él le debo buena parte de mi aprendizaje sobre la paciencia y la templanza, sobre la relajación y la confianza.
Quizá para much@s de ustedes sea solo un gato. Y no está mal. Pero para mí, que me llené la boca durante años diciendo que necesitaba una "compañía", fue una lección.
Hoy tengo 5 gatos y de ninguna manera los cambiaría por el amor de mi vida... el amor de mi vida sería alguien que pudiera amarlos tanto como yo.
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